Entrevista para el MAGAZINE de EL MUNDO (11/01/09)

- ¿Cómo comenzasteis en el mundo del diseño?, ¿cómo se crea en pareja?,  ¿es difícil trabajar con su propio hermano?

Javier: En nuestro caso todo ha sido muy circunstancial; en un principio yo comencé a estudiar arquitectura pero afortunadamente enseguida me di cuenta de la cantidad de condicionantes burocráticos, normativos, económicos, etc., que acompañan y condicionan el proceso puramente creativo, y a los dos meses de curso abandoné; me decidí entonces por el diseño de producto, o más concretamente el de mobiliario al descubrir como una serie de grandes arquitectos habían abordado esta disciplina. De esta manera, al comenzar mis estudios en las Escuela Experimental de Diseño, poco a poco fui introduciendo en mi casa libros, revistas, etc. sobre una profesión que por aquel entonces era difícil de explicar y mucho mas de entender; así, una vez allanado el camino, mi hermano José Luis se decidió por estudiar interiorismo, tal vez pensando en complementar una futura colaboración e incluso la creación de un estudio común, como así ha sido; a partir de ahí comenzamos a trabajar juntos ya desde los años de estudios, participando en cualquier concurso que se nos cruzase en el camino, obligándonos a fabricar maquetas, prototipos, permitiéndonos conocer el diseño desde su parte más práctica, pisando carpinterías, talleres, que nos obligaban a comprender como construir las cosas, no solo como dibujarlas.

José Luis: Creemos que trabajar en pareja o yendo más allá, en equipo, tiene más ventajas que inconvenientes respecto a hacerlo individualmente; cuando trabajas solo, en tu estudio, en tu espacio íntimo de creación, corres el riesgo de convertirte en el único observador de tu propio proceso de trabajo, puedes tender a pensar que tu punto de vista es el correcto.

En nuestro caso el proceso creativo, simplificándolo un poco, lo suele comenzar Javier y una vez que va tomando forma yo me acerco a él casi como un posible comprador o usuario y comienzo a corregir o comentar aspectos que para mí son totalmente novedosos.

Javier: Además nos complementamos perfectamente, abarcamos parcelas propias sin interferir en las del otro; mientras yo soy el creativo, el soñador, el que busca los horizontes más lejanos, de alguna manera el “software”, José Luis es el pragmático, el que mantiene en funcionamiento el “hardware” de estudio.

No creemos que el hecho de ser hermanos suponga un condicionante especial a la hora de trabajar con respecto a una pareja digamos que corriente.

- ¿Cómo habéis visto evolucionar al mundo del diseño?

José Luis: La verdad es que no seguimos especialmente el mundo del diseño al menos en lo que respecta a su vertiente más mediática, más formal.

Nos interesa, eso sí, seguir todas aquellas tendencias sociales, culturales o políticas que puedan desembocar en la práctica del diseño, en nuestro caso de producto.

Nos interesa lo que esté sucediendo en el mundo, en nuestro entorno, tanto material como teóricamente, para traducirlo después en nuestro trabajo, no al revés, no queremos imponer nuestra propia y personal visión del mundo a una sociedad que tal vez no esté pidiendo esas creaciones.

Javier: Nos puede interesar mucho más los planteamientos de Jasper Morrison sobre lo Supernormal o de Fukasawa sobre la “potencialidad”, o seguir y estudiar las corrientes ligadas al “slow food” a las “slow city”, o bien conocer las leyes de la simplicidad de Maeda o el concepto de transversalidad de De Bono, o leer las ideas de las Clases Creativas de Richard Florida, o conocer el planteamiento empresarial de MUJI, antes que conocer las 2.000 novedades de la última Feria de Milán.

Con respecto al futuro somos verdaderamente optimistas, creemos que esta crisis por la que estamos atravesando es un momento fantástico para ralentizar el ritmo y pararnos un momento a reflexionar, pensar sobre todo en lo que hemos hecho mal hasta ahora para no repetirlo; el diseño bien entendido puede convertirse en una verdadera herramienta de cambio positivo, no meramente un fin publicitario y vacuo.

- ¿Cómo pensáis que recibe la sociedad el diseño?, ¿creéis que a veces se ensalza demasiado?

José Luis: Creo que en al menos en España sigue existiendo un divorcio entre diseño y sociedad; tal vez el problema radique en que paradójicamente se suele presentar a los diseñadores como los creadores de nuestro entorno más cercano, más cotidiano, se nos hace ver que diseñan desde el billete de metro que utilizamos para ir al trabajo hasta la vajilla de todos los días, pero simultáneamente se presenta a los diseñadores como creadores casi mágicos, verdaderos gurús con poderes de creación demiúrgicos.

Un ejemplo; recientemente, el suplemento dominical de un periódico de tirada nacional estuvo dedicado a las 100 personalidades iberoamericanas del 2008; pues bien, la única representante de nuestra profesión que pudimos encontrar en la lista había que buscarla, no en la sección de creadores, como hubiese sido lo lógico, sino en la sección ¡¡¡¡¡de estrellas!!!!!

Nosotros utilizamos una especie de truco a la hora de trabajar, nunca olvidamos que somos compradores y usuarios antes que diseñadores; nunca crearíamos algo que no nos gustase tener en nuestras casas o encontrarnos en las ciudades en las que vivimos.

Javier: Creemos que el diseño se debe mostrar como una actividad profesional que existe más allá del papel couche de las revistas,  y que debe ser reconocida tanto por la sociedad como por el mundo de la empresa o de las administraciones; hay que entender que es una profesión en la que existe paro, precariedad, explotación, problemas de formación, etc., etc., etc., pero eso por supuesto no vende, no es cool, ni fashion, ni nada que se le parezca.

- ¿Por qué pensáis que se ha llegado a ensalzar tanto a los diseñadores, casi tanto como a los propios diseños?

Javier: Tal vez porque tanto para los medios como para el público es más fácil, y mucho más cómodo, ponerle cara y nombre a un diseñador, y sobre todo si se presenta disfrazado de artista, que llegar a poseer una cultura crítica que le permita identificar que es buen diseño y que no lo es.

José Luis: Nos preocupa la cantidad de diseñadores que se presentan como artistas; creemos que puede deberse a dos motivos.

En primer lugar existen  aquellos para los que su trabajo como diseñadores les sabe a poco y tienen que colgarse la medalla de artista para satisfacer su ego; por otra creemos que existe la figura del artista frustrado cuyas cualidades, por ejemplo como pintor o escultor, no serían reconocidas ni valoradas en los circuitos artísticos habituales, pero que han encontrado en el campo del diseño un verdadero páramo en el que precisamente la falta de esa cultura y reflexión alrededor del objeto les permite destacar sin muchos problemas.

En definitiva y como dijo Jean Renoir, “el arte no es sino la manera de desarrollar un oficio”; preferimos buscar el arte en la manera de hacer y no en los resultados del mismo.

Javier: Creo que existe un empeño generalizado en la sociedad en que todo se convierta en arte, desde saber hacer una tortilla francesa hasta el apreciar el sonido de la lluvia; por nuestra parte nos conformamos y simultáneamente aspiramos a ser buenos y simples diseñadores, y punto.

Nos gusta definirnos como diseñadores de los días laborables; dejamos, como dijo Baudelaire, al arte “los domingos de la vida”.

- ¿Creéis verdaderamente que el diseño está totalmente por debajo de la funcionalidad?,  ¿qué es para vosotros la imagen que transmiten las creaciones?

Javier: La pregunta encierra en sí misma un malentendido, o una simplificación, bastante generalizada; presenta la disyuntiva entre diseño y funcionalidad, presentándolos como dos términos antagónicos. Hay que llegar a entender que el término diseño no se refiere única a la cuestión formal o visual de una creación, a su propia imagen, sino que afecta a otros factores como son los funcionales, los constructivos, los ecológicos o los económicos; un buen diseño será aquel que sepa encontrar el punto medio, el equilibrio perfecto entre todos esos factores.

José Luis: Para nosotros la imagen es el resultado de todo un proceso de trabajo, nunca su elemento generador; hoy por hoy, cuando muchos de los productos comerciales se conocen a través de las revistas, de la televisión o de la web, mucho antes que físicamente, entendemos que las cualidades pregnantes, o dicho de otro modo, las cualidades visuales que nos hacen reconocer y recordar un objeto, son importantísimas y no las despreciamos, pero procuramos desarrollar nuestros proyectos de dentro a fuera, desde el alma al rostro, por decirlo de alguna manera.

- ¿Nunca os habéis dejado vencer por las modas imperantes?

Javier: No, nos resultaría demasiado aburrido y cansado estar siguiendo esas modas constantemente y condicionar nuestro trabajo a las mismas; además por nuestro planteamiento de trabajo esto sería bastante complicado. Nosotros nos declaramos diseñadores conceptuales, pero no en el sentido artístico del término, que podría llevarnos a resultados no comprensibles por el público, a una especie de divorcio tanto con los fabricantes como con el usuario de nuestros diseños; lo que queremos decir es que en nuestro trabajo, parafraseando a Sullivan, la forma sigue al concepto, la imagen está supeditada a la idea, nunca al contrario.

José Luis: Además, el trabajar esclavizados por las modas encierra un peligro, por definición la moda es lo que pasa de moda; nuestro planteamiento es que nuestro trabajo se entienda, funcione, se use hoy, pero también lo haga dentro de 10 ó 20 años; por ejemplo uno de nuestros primeros diseños, el elemento Zen,  un banco en hormigón diseñado para mago:urban, lo creamos aproximadamente hace 7 años; pues bien, el año pasado desarrollamos dos nuevas versiones del mismo, y gracias al éxito comercial que está teniendo este año pensamos diseñar tres versiones nuevas.

- ¿Cómo creasteis el banco Godot?, ¿creéis que hace falta integrar más naturaleza en la ciudad?

Javier: Este fue una de las primeras ocasiones en las que pusimos en práctica otro de los pilares de nuestro planteamiento a la hora de diseñar, se trata de la transversalidad; ésta consiste en tomar como punto de partida para desarrollar un diseño alguna referencia externa al propio ámbito de la creación proyectual, como la filosofía, el cine, la literatura o el teatro.

En este caso concreto partimos del reto de intentar crear un elemento de mobiliario urbano, preferentemente un banco, que pudiese integrarse con naturalidad en la escenografía de la obra teatral de Samuel Beckett “Esperando a Godot”; al comienzo de la obra, Beckett describe dicha escenografía como un árbol junto a un camino en medio del campo; con este punto de partida lo que hicimos a continuación fue un análisis conceptual tanto de la obra teatral como de su autor; esto nos da como resultado un armazón “ideal” que nos ayuda a la hora de comenzar a formalizar un proyecto.

El resultado se convirtió en uno de nuestros diseños más premiados, obteniendo un Delta de Plata del ADI-FAD, un premio de la AEPD y habiendo sido seleccionado ahora para participar en la I Bienal Iberoamericana de Diseño, pero además ser uno de los productos más vendidos de Escofet, la empresa que lo fabrica; esto demuestra planteando un proyecto con un alto grado conceptual se puede obtener como resultado un diseño que cumpla sus requerimientos tanto formales como funcionales y que por último obtenga el reconocimiento tanto del público como de los especialistas.

José Luis: En cuanto a la integración de la naturaleza en la ciudad, por supuesto que es necesaria, pero sin olvidar dicha integración dentro de un planteamiento global más amplio para mejorar nuestros espacios urbanos; no es suficiente el crear zonas verdes, sino repensar la ciudad para que esta se convierta en un ámbito de encuentro, y no solo de tránsito.

- ¿De qué pieza os sentís más orgullosos?

Javier: Tenemos un especial cariño por la estantería Virtual, una pieza que comenzamos editando en 1997 mi hermano y yo, y que posteriormente la empresa barcelonesa MiSCeL·LàNia introdujo en su catálogo; se trata de una estantería casi mágica, que desaparece una vez que se llena de libros; nos sentimos realmente orgullosos de este diseño porque por una parte posee ese plus que va más allá de la mera resolución de un problema, pero además se encuentra en ese punto de equilibrio del que hablábamos antes entre lo estético, lo técnico y lo económico.

José Luis: Además es un diseño que representa otra de las señas de identidad de nuestro trabajo; muchas veces se nos ha catalogado como diseñadores minimalistas, pero preferimos denominarnos esenciales; el minimalismo se ha convertido en un mero repertorio de clichés estéticos; preferimos la esencialidad para dotar a cada objeto de su justa medida que no tiene que coincidir necesariamente con su mínima expresión.

- ¿Cuál es la que más fama ha tenido?

Javier: Tal vez se trate del banco Miriápodo, un banco que diseñamos en colaboración con el estudio Trem Diseño Industrial y que está producido por Tecnología & Diseño Cabanes; el Miriápodo posee la peculiaridad, gracias a su modularidad, de poder llegar a ser infinito, adoptando configuraciones curvas o recta, abiertas o cerradas; el éxito de este banco radica por una parte en su versatilidad funcional, pero también en la fuerte carga visual que posee, en esa pregnancia de la que hablábamos al comentar la importancia que le dábamos a la imagen dentro del diseño; siempre hemos dicho que el Miriápodo es algo así como Marilyn Monroe, es imposible hacerle una mala foto.

- ¿Qué os apetecería diseñar?, ¿hay algún campo que os gustaría tocar en especial y que no hayáis tenido ocasión?

Javier: Realmente cualquier cosa, nos gusta considerarnos diseñadores polivalentes, no nos interesa la especialización. Algo que nos apetece especialmente es el de dar el salto al interiorismo, por decirlo de alguna manera pasar del relato a la novela; nos gustaría por ejemplo diseñar un café, un restaurante o un hotel.

José Luis: Además de esa manera podría poner en práctica en mi propio estudio lo que llevo haciendo a lo largo de 15 años colaborando en un estudio de arquitectura.

- ¿Por qué no sois participes de que vuestras piezas se expongan en museos?, ¿no creéis qué cuanta más gente disfrute de ellas, mejor?

José Luis: No es que no nos guste, de hecho el banco Miriápodo forma parte de la colección permanente del Museo de Artes Decorativas de Barcelona y el banco Pleamar de la colección de arte del Museo Marítimo de la misma ciudad; lo que siempre hemos pensado es que preferimos que la gente disfrute de nuestros diseño en sus ámbitos naturales, en sus casas, en sus oficinas, en sus parques; por supuesto que nos satisfacen los galardones, las exposiciones y que nuestras creaciones sean reconocidas por los museos, pero lo tenemos claro, si en un momento dado tenemos que escoger entre ventas y reconocimiento, nos quedamos con las primeras.

- ¿Cuáles de vuestras piezas tenéis en casa?

Javier: La verdad es que todas las que podemos, desde la estantería Virtual y la Ligera, el mueble auxiliar Baxter, y el perchero Tempo, pasando por la alfombra Vértigo, el banco Miriápodo y la lámpara Kyoto y terminando por la magdalena de Proust; por desgracia no tenemos un jardín que nos permita disfrutar de las piezas de mobiliario urbano que diseñamos; tal vez ya lo hayamos dicho, pero nunca diseñaríamos nada que no nos gustaría encontrarnos en nuestra vida diaria.

José Luis: Ahora por ejemplo estamos utilizando cotidianamente los prototipos de una vajilla con un planteamiento formal y conceptual totalmente rompedor y novedoso; pues bien, si no comprobásemos que esta vajilla aportase algo a las ya existentes, y que tiene más ventajas que inconvenientes no intentaríamos en un momento dado presentársela a un fabricante, no nos gustaría que llegase a la gente algo que a nosotros mismos no nos satisface.

En definitiva concebimos el diseño como una actividad vivencial, implicada en la vida, y que al igual que hace John Berger con la escritura, sea manifestación de la experiencia.

- Habéis hecho varios proyectos urbanos, ¿cómo se encuentra el diseño en las ciudades?, ¿creéis que sobra o falta algo?

Javier: Afortunadamente la gran mayoría de nuestros políticos y de la gente se ha dado cuenta de que el espacio público no es simplemente un espacio que hay que “decorar” y llenar de elementos más o menos útiles; el espacio urbano, ya sea el de las grandes ciudades o de los pequeños pueblos, es un espacio al que hay que dotar de significado social para que se convierta en un punto de encuentro y de relación, entre gente de distintas edades, de distintas procedencias.

José Luis: Por eso cada vez que tenemos que afrontar un proyecto dirigido al espacio público no olvidamos que de lo que se trata no es de ocupar un espacio, sino de crear un lugar.

- Respecto al proyecto de DÉJÀ VU, no hay ningún otro producto similar en el mercado, ¿cómo llegasteis a él?

Javier: El DÉJÀ VU nació como uno de esos proyectos de autoencargo que de vez en cuando ponemos en marcha como ya habíamos hecho antes con la taza Tímida o el bol Introvertido; se trata de pequeñas series que editamos nosotros mismos y que nos permiten trabajar con escalas reducidas, muy alejadas de las que utilizamos habitualmente por ejemplo en el diseño urbano; es una especie de gimnasia mental que nos permite no olvidarnos de esos objetos más íntimos, más cercanos a las personas.

Además se trata de creaciones donde el componente poético vence al estrictamente utilitario; no creemos que la totalidad del marco material que nos rodee tenga que estar gobernado por el estricto baremo de la funcionalidad, sino que hay que dejar margen a lo mágico, a lo divertido, a lo inútil, a lo imprevisto…, el gadget también tiene derecho a existir.

José Luis: DÉJÀ VU es la materialización de la famosa magdalena de Proust; Proust explica en un pasaje de su libro "Por parte de Swann", que forma parte de su obra "En busca del tiempo perdido", como un aroma, en ese caso una magdalena mojada en te, puede evocar imágenes y recuerdos de la infancia del protagonista de una manera más potente y clara que otros sentidos como la vista o el oído.

Lo que tiene que hacer quien tenga cerca una pieza de DÉJÀ VU es llenarla con una materia (pétalos, tierra mojada, algas, un algodón impregnado en la colonia de la persona amada…) cuya fragancia, al aspirar su aroma le transporte a tiempos, situaciones y lugares distantes; en definitiva DÉJÀ VU es, aunque resulte una paradoja, un bibelot con utilidad; o como nos gusta decir, hemos creado una magdalena con memoria interna.

- ¿Qué debe tener una pieza exitosa?

Javier: Ojalá lo supiéramos; hay que entender que el éxito de un producto depende de muchos factores, desde la calidad de su fabricación, pasando por una buena estrategia comercial, o un buen planteamiento publicitario; muchas veces ante el éxito comercial de ciertos diseños los focos mediáticos se proyectan automáticamente únicamente hacia el diseñador; creemos que es injusto olvidarse del fabricante, que es el intermediario necesario entre el diseñador y el público.

José Luis: Siempre hemos dicho que esto del diseño es, y se nos va a permitir el símil, como un taburete en el que cada una de sus tres patas estuviese representada por el diseñador, el fabricante y el usuario; el problema es cuando este taburete, paradójicamente, cojea.

- ¿Qué proyectos tenéis en estos momentos?

Javier: Para MiSCeL·LàNia estamos desarrollando dos nuevas versiones de Baxter, en concreto un botellero y un elemento para los recibidores de las casas, además de dos propuestas bastante lúdicas de la estantería Virtual; para Metaliberica, para la que ya habíamos creado la columna Ámbito, estamos diseñando un programa modular de cabinas de ducha.

Para Paviments Mata estamos ultimando un elemento del cual todavía no podemos hablar, pero que junto a los bancos Dove y el Ponte, se presentarán en la próxima edición de Construmat que se celebrará en Barcelona en abril.

José Luis: También en el ámbito urbano estamos desarrollando, junto a Trem Diseño Industrial, una marquesina de autobuses con un planteamiento constructivo totalmente innovador.

Además esperamos encontrar fabricante para un ambicioso programa de mesas de oficina que desde un briefing interno, analizando los nuevos espacios de trabajo, hemos desarrollado en los dos últimos años.

Javier: Así que parece que a pesar de la crisis no vamos a tener tiempo de aburrirnos.