Entrevista para la revista DISEÑO INTERIOR_nº165 (abril 2006)

Sois hermanos ¿verdad?, ¿de dónde os viene el interés por el diseño?

Si somos hermanos, el interés por el diseño nos viene por el interés que desde siempre hemos tenido por el arte y en general por cualquier manifestación creativa; esto me llevó a mí, Javier, a comenzar arquitectura, carrera que abandoné a los dos meses, al darme cuenta que ese impulso creativo que me motivaba sería entorpecido antes o después por normativas y plazos de ejecución demasiado dilatados; yo buscaba realizaciones más inmediatas, buscaba que el intervalo entre la idea y su realización fuese mínimo; de esta manera descubrí las incursiones de los grandes arquitectos en el mundo del diseño como por ejemplo Aalto o Mies van der Rohe; mi hermano José Luis se decantó por el interiorismo pensando en la posibilidad  concretizar una colaboración futura en un estudio propio.

¿Cuándo y cómo surgió la idea de establecer vuestro estudio propio? Vuestras intenciones, objetivos...

Surgió de una manera natural, participando en  muchísimos concursos, haciéndonos partícipes de los proyectos que en la escuela cada uno tenía entre manos; comprobamos que a partir de una visión formal o estética bastante parecida, considerábamos el diseño como una actividad básicamente creativa encargada de mejorar nuestro entorno, sobre todo alejada de modas y estridencias, queríamos hacer un diseño sereno, sencillo, cercano.

¿Qué tal la relación con las empresas productoras?

En general buena, aunque comprobamos que en general no existe fluidez en esa relación; las empresas no tienen asimilado el diseño como herramienta cotidiana y básica del organigrama de una empresa, y se observa casi como una actividad marginal más cercana a lo artístico que a lo económico; parte de este problema se debe al enfoque que la prensa suele hacer de los temas relacionados con esta actividad, el diseño se debería tratar más habitualmente en las páginas de economía donde se habla de investigación y productividad; creemos que existe mucho empresario que huye instintivamente del diseño al verlo rodeado de un discurso cuasi filosófico y un glamour de oropeles; en muchos casos se utiliza al diseño como excusa para vendernos cualquier evento.

Nuestra experiencia con las empresas con las que colaboramos pretendemos que alcance una relación de complicidad e incluso de amistad; al diseñar pretendemos  disfrutar y  pasándonoslo bien creando, y queremos hacer partícipe a la gente de esas empresas en ese disfrute.

¿Cómo acometéis un proyecto? Lo primero que hacéis antes de empezar a pensar, trabajar en ello.

El acercamiento a un proyecto lo realizamos de una manera creemos bastante heterodoxa, nos olvidamos, y sabemos que habrá mucha gente que se escandalice, de los famosos análisis sincrónicos y diacrónicos que explican los manuales; procuramos ver el encargo desde una perspectiva transversal cruzándolo con visiones provenientes de cualquier ámbito como la poesía, el teatro, la literatura, el cine, la filosofía, etc, etc, antes que del propio campo del diseño; nos aburre ver bancos y mas bancos si de lo que se trata es de diseñar un banco; preferimos, como ya ha sucedido, que un banco nazca visitando Chillida –Leku o leyendo Esperando a Godot, antes que analizar tendencias y modas pasajeras; pretendemos crear piezas intemporales; por eso tardamos mucho tiempo en bocetar, comenzamos escribiendo, palabras, conceptos, pequeños aforismos alrededor del proyecto; una vez que tenemos articulado ese discurso comienza la fase de formalización, bastante breve, ya que las decisiones formales quedan rápidamente abaladas o no por ese armazón conceptual previo; pretendemos que todo proyecto esté sustentado por un discurso “intelectual” que por supuesto nosotros vemos como herramienta de justificación de decisiones y que en ningún momento pretendemos hacer visible ni al fabricante ni por supuesto al comprador o usuario final; al crear un banco a partir de un texto como El  paseo de Walser o al analizar la figura del flaneur nuestro interés no es diseñar un banco filosófico, sino aportar una nueva mirada hacia un elemento tan cotidiano.

¿Qué diseñadores os parecen interesantes? ¿Cuáles un bluff?

Para nosotros Jasper Morrison es un referente del diseño que nos gusta hacer, un diseño honesto incluso si se quiere simple donde la huella del diseñador desaparece y deja que sea el propio objeto el que hable; siempre nos ha interesado el trabajo de Carles Riart por el planteamiento íntimo que establece con sus creaciones recuperando el concepto de mueblista haciendo cercana la relación del mueble con su usuario, desoyendo la vorágine de las modas y la futilidad.

Creemos que son un bluff aquellos que intentan imponer su sello a cualquier cosa que hagan, marcando un estilo, cosa que por ejemplo nosotros nunca vamos a pretender tener, al menos de una manera premeditada; o aquellos que sacrifican cuestiones tan básicas como el la funcionalidad en pos de un diseño fotogénico de papel couché que solo queda bien en las portadas de las revistas o en los museos.

Nosotros queremos hacer un diseño que se compre, que se viva, que la gente disfrute y no le cree más problemas que los que ya tiene; podemos decir que nos gusta el diseño de los días laborables no el de los domingos y las grandes celebraciones.

Habéis hecho trabajos en muy diversos campos. ¿En cual os sentís más cómodo?

Últimamente estamos realizando muchísimo trabajo en el ámbito del mobiliario urbano, campo que por otra parte nos apasiona por el hecho de que sea un sector en el que el usuario final, el anciano, el niño, la pareja de enamorados, se lo encuentra impuesto, no lo puede escoger, al menos de la misma manera que puede elegir un sofá para su casa; esto nos obliga a tratarlo de una manera todavía más cercana, más humana; también posee el aliciente de participar y proponer dentro de la trama urbana, generando ciudad y lo más atrayente, espacios de relación entre la gente.

Tenemos muchos proyectos de mobiliario doméstico, especialmente en madera, fruto de nuestra participación en concursos y de una tarea de investigación propia, sin encargo; nos da miedo que el mercado nos encasille como especialistas en mobiliario urbano y no nos llame para desarrollar ese otro tipo de diseño que durante años nos ha ocupado.

¿De qué proyecto os sentís más satisfechos? ¿Por qué?

Nuestro diseño favorito sigue siendo la librería Virtual, producida por Dinámica Complements; se trata de un diseño que resuelve problemas, como donde y como colocar todos esos libros que van amontonándose en inestables columnas en los espacios más insospechados de nuestras casas y estudios; pero a la vez posee una carga poética y visual muy grande; es una librería contradictoria porque desaparece cuando esta llena, y es mayor el contenido que el continente. Es un proyecto que refleja bastante bien nuestros planteamientos, es un diseño que nos gusta llamar esencialista, término que va más lejos que el manido de minimalismo; no nos gusta llegar a lo mínimo, sino a lo esencial.

El último proyecto en el que estáis involucrados...

Estamos desarrollando con Tecnología & Diseño Cabanes un programa de mobiliario urbano a desarrollar en un plazo de tres años del que esperamos grandes proyectos, sobre todo en la creación de nuevas formas de percibir el mobiliario urbano, huyendo de tipologías clásicas; un buen ejemplo es el umbráculo Oasis que si bien es un elemento que tradicionalmente los arquitectos han desarrollado puntualmente en sus obras, nunca se ha pretendido incorporar como un elemento de catálogo.

También estamos desarrollando lo que pretendemos que se convierta en una colección de lámparas creadas a partir del análisis de la iluminación en el cine negro en su época clásica; queremos crear luces, mas que lámparas, queremos definir formas de iluminar, mas que contenedores o soportes para bombillas, pero para ello necesitamos un fabricante arriesgado, que por ahora no hemos encontrado.